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Los deseos de fama no conocen límites

Debido a un post de La Vigi he llegado a acordarme de Olof Palme, primer ministro sueco asesinado en 1986 que ha dado lugar a mucha literatura (brillante la trilogía de Leif Persson al respecto) dado que el crimen sigue sin resolver. (Y posiblemente siga así muchos años.)

Dando tumbos llego a conocer un dato llamativo sobre el mencionado crimen no resuelto:

un magnicidio del que se han autoinculpadado 130 personas.

Increíble la cantidad de locos que hay por ahí con ganas de salir en las noticias por algo; aunque sea malo, aunque sea mentira.

6 respuestas a «Los deseos de fama no conocen límites»

Pero, fíjate que gran idea para un producto de entretenimiento, muy a la de hoy: ciento treinta relatos diferentes (o, dicho de otra forma, de conspiraciones) sobre un crimen. Imaginemos ahora qué puntos pueden unir a los relatores. Da para años de serie, o para tremendos juegos de realidad alternativa…

Totalmente de acuerdo, podrías hacer algo así como «las 130 muertes de Olof Palme, según sus autores» :D

Si consigues un personaje central que lo soporte, la serie puede hasta ser un éxito xD

Supongo que pide a huevo un reportero, un policía bala perdida tipo McNulty, un escritor con insomnio. Quizá demasiado clásico. Una vuelta de tuerca quizá fuera la ansiedad de un investigador sobre la historia de la socialdemocracia en un camino paralelo entre los relatos y la caída del guindo sobre la construcción de paraísos terrenales. Esto último queda de lo más intelectual.

Pero eso último es lo que le da un toque diferente. La trilogía de Persson de la que hablo va un poco por ahí (aunque no evalúa 130 tramas! jaja). De hecho, tiene un punto escalofriante en tanto Persson fue/es (no lo recuerdo) miembro del consejo supervisor de la policía sueca, asesor del presidente, criminólogo… y entonces, el retrato que te hace del sistema sueco es verosímil, y «pa cagarse» del desajuste, claro.

Darle un toque de ese tipo te permite usar las hipótesis como excusas para mostrar diferentes facetas del sistema como un todo…

Hombre, pero para eso hay que tener una madurez tremenda… la mayoría de la gente sigue pensando que les vale sobre todo si es para mal, una costumbre aprendida en los barrios obreros de las grandes ciudades, donde el chaval más exitoso era aquel cuyo nombre hacía temblar hasta a los árboles del parque. Mal incentivo.

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