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La hipocresía del Estado respecto de las drogas

Uno a uno, la tendencia está clara: los Estados van a legalizar el consumo y comercio de drogas hasta ahora ilegales como la marihuana. Tras la regulación introducida en Uruguay el pasado año, la polémica en California en el último lustro, ahora es Colorado (EE.UU.) el que avanza en esa dirección.

Hasta aquí, nada sorprendente, la marihuana es un mercado enorme en busca de una marca que uniformice su disfrute igual que Starbucks ha uniformizado (al menos, fuera de Europa) el consumo de café.

Lo sorprendente es que los Estados que llevan años legislando y haciendo campañas de concienciación sobre lo malas que son las drogas argumenten ahora que la legalización es buena porque con los impuestos adicionales se pagarán escuelas públicas. Pues claro, es que eso pudo y debió ser así desde el principio.

¿Por qué digo que debió ser así desde el principio? Porque el tráfico de drogas ha sido cosa de mercados negros controlados por agentes no estatales de corte violento, mafioso, o como lo quieran llamar. Y legalizar ese mercado es la vía más natural para arrinconar a estos agentes no estatales. Ni siquiera entro a discutir si éstos son buenos o malos (por otra parte, al-Qaeda del magreb islámico o el narco mexicano y sus formas requieren poca presentación a estas alturas), sólo entro a evaluar que desde una perspectiva de Estado, la lucha contra las drogas (contra la mafia y todo el estigma que rodea ese mundo) pasaba, desde el primer día, por la legalización.

Parece mentira que con todo lo que se ha escrito sobre los efectos de la ley seca en Estados Unidos, hayan dejado pasar un siglo hasta caminar en la misma dirección con otras drogas diferentes al alcohol.

2 respuestas a «La hipocresía del Estado respecto de las drogas»

Y te olvidas de mencionar como las FARC, la última guerrilla verdaderamente seria en América Latina, se financia gracias a las drogas: menos drogas ilegales, menos mafias y menos guerrillas. Es interesante que en este mismo mes se va a negociar con el gobierno el siguiente punto de la agenda de paz. Se llama «cultivos ilícitos». Las FARC siguen negando su implicación en el tráfico ante la incredulidad de todo el mundo.

Es interesante como en la sociedad norteamericana se ven muchos síntomas para justificar el cultuvo y producción mercantil de la marihuana, convertir algo inmoral y criminal en legítimo.

Es asombroso que tanta gente siga pensando que porque las drogas sean legales se va acelerar la entrada en consumos tóxicos más graves para la salud, como si le gente no consumiera todo tipo de cosas que conducen a cualquier tipo de enfermedad.

Como es asombroso que nadie haya escarmentado, simplemente mirando la historia, de las leyes secas: estigmatizar el instinto humano para intoxicarse separando lo que tiene un uso tradicional y con reglas sociales de lo que es marginalidad o snobismo de clases altas.

No sé si alguien ha echado la cuenta de una vez: el coste en dinero contante y sonante de pagar prisiones, de financiar como hacen el estado colombiano y los estados unidos una guerra civil como la colombiana, los cientos de cuerpos policiales, el coste de oportunidad de no dedicar ese talento a otros problemas, la complejidad burocrática y los costes de perseguir el blanqueo de dinero, los costes de inspección de los aeropuertos… comparado con el coste de tratar enfermos de adicciones en un entorno de salud convencional como son los alcohólicos. O las víctimas del tabaquismo.

La continuidad de la prohibición persiste, supongo, por quienes se benefician de ella. Los criminales y sus opositores: administraciones estatales e internacionales financiadas por estados y cuya razón de existir (de pagar sus sueldos, sus moquetas y sus teléfonos móviles) reside en que las drogas estén prohibidas. Por eso, no me cabe duda, protestan porque Uruguay incumple tratados internacionales.

Esto último es el quid último del asunto. En el conflicto californiano se veía cómo precisamente estaban a favor de la legalización todo tipo de funcionarios (que veían como agua de mayo la promesa de nuevos ingresos en impuestos en un estado al borde de la bancarrota). ¿He dicho todo tipo de funcionarios? Mentí: los policías estaban todos en contra, el fin de la war on drugs implica menos dinero para sus departamentos, como tú dices, esos fondos iban a ser puestos en algún otro fin más productivo.

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