Una imagen que comparte Javi Paredes en Twitter:
Etiqueta: memes
Una cosa que me aburre soberanamente sobre Twitter es la nefasta consecuencia (para mi tiempo útil) que tiene la dinámica de propagación de memes. Alguien suelta un chiste, otro usuario al que tú estás leyendo se hace eco. Es tu primer encontronazo con el meme, puede que incluso te saque la sonrisa. Pero horas, días y semanas después el tuit del chiste sigue apareciendo en tu timeline, retuiteado por otras personas a las que la onda expansiva del meme acaba de alcanzar. Y tú te ves leyendo reiteradamente el mismo chiste, o variaciones del chiste, muchas de ellas burdas, meros intentos de tapar el original y ganar algo de karma que no necesitamos. Perdiendo el tiempo con un mensaje que ya has visto demasiadas veces.
Han rediseñado Google Plus y total, que voy a echar un minuto bicheando las novedades y ¿qué me encuentro? Me encuentro lo siguiente:
Eso que ven en el centro en tamaño supersize me es en realidad un Gif animado. De gatitos, sí. Y la llamita que ven en la esquina de esa publicación significa no sé si que está hot o que es contenido recomendado. Vamos, que yo sigo en G+ a 3 o 4 personas, pero que ninguna de ellas ha publicado realmente esa meme(z), sino que un algoritmo (el de G+) ha decidido que eso era relevante para mí.
Ah, el descubrimiento. El hype del momento.
Los mejores algoritmos de descubrimiento al servicio de los vídeos de gatitos. Esperen, que vomitaría arcoiris si no estuvieran las mejores mentes de mi generación empeñados en que la tontería del descubrimiento es la fucking bomb. Obv, para poder meter anuncios como el que no quiere la cosa.