Estas navidades no recibí ni un sms el día de nochevieja, no soy el único que lo ha notado. Recibí muchos mensajes en WhatsApp, incluso cadenas molestas de las que llevamos años huyendo en el e-mail (esas que prácticamente han desaparecido desde que la gente usa Facebook para hacer el chorras, ¡bien!).
Ante esto, una idea: las operadoras impusieron un estándard en el que todo era beneficio (el límite de caracteres es el que permitía cuadrar la conexión de los teléfonos con las antenas sin generar tráfico adicional, por eso fueron 160 caracteres) y que se cobraba a precio de oro. Evidentemente, son el amo del calabozo, pero me quedo con una idea que nos dará qué pensar tanto para lo bueno como para lo malo. Servicios tipo WhatsApp tienen
una velocidad de innovación que no van a tener los organismos de estandarización en telecomunicaciones en la vida
Por una parte eso significa innovación. Por otra, corralitos incompatibles y ausencia de estándares que ponen en beneficio el efecto red atándonos a redes y servicios centralizados y privativos.
He aquí un compromiso que hay que resolver: el anclaje de las operadoras incapaces de hacer algo novedoso (lo único que se les ocurre es ofrecerlo a bajo precio, no han ideado un sistema alternativo en 15 años), o el just works privativo que, además, sufren frecuentes vulnerabilidades.
No easy action.