En julio pasado hablábamos de las hamburguesas de autor como de ese nuevo producto destinado a saciar a aquellos que quieren comer diferente pero ya no tienen la posibilidad de gastarse 30-35 euros por cubierto en una cena casi de rutina. Si alguien dudaba de que los tiros iban por ahí, VIPS presenta H3, su nueva cadena de hamburgueserías gourmet (CincoDías). Oh sí, las hamburgueserías son los nuevos japoneses. Y ojo, que lo digo sin acidez, soy partidario de aquello que cantaba Shannon Hoon (Change); soy todo objetividad (o eso me gusta creer).
Bancarrota ordenada
Llevo toda la vida pensando que una bancarrota es una catástrofe, que sume a las personas en la miseria y les hace perderlo todo, disparando todo tipo de desórdenes que dan lugar, en ocasiones, al caos absoluto. Un error, claro. Por carencias como ésa no soy ministro alemán de economía. Y es que, una de dos: o soy de ésos con un lóbulo frontal en baja forma o, todo lo contrario, éste se extralimita en sus funciones y por eso me empeño en hacer una lectura irónica de la bancarrota ordenada griega que éste señor ve como algo posible y, para más inri, parece no ser tan terrible como una bancarrota cualquiera. Se intuye de sus palabras, si no me equivoco de nuevo (que todo puede ser), que para quienes usan la misma divisa que el sujeto que se arruina (eso sí, ordenadamente) podría ser hasta bueno.
Syrio Forel es uno de los personajes más fugaces y a los que más cariño le coges en Canción de hielo y fuego. En la serie que la HBO hizo basándose en Juego de tronos también tuvo su gran momento de brillo.
«Sólo hay un dios y su nombre es Muerte. Y sólo hay una cosa que le decimos a la muerte: «Hoy no«.»
Ancho de banda ilimitado
La viñeta es de Geeks are sexy pero yo la vi en La aldea irreductible, en un post que os hará entender porqué tengo tantas ganas de que Amazon comience a operar la semana que viene, todo y que la mierda de ley española no les deje dar un servicio óptimo. Casa del libro se merece un par de catástrofes (o tres). Lo digo de verdad. (Y quizá algún día os cuente por qué lo digo.)
Yahoo! y la mirada oblicua
Yahoo! destituye a su consejero delegado, Carol Bartz, y el presidente Roy Bobstock hace las siguientes declaraciones (Cinco Días):
«Estamos comprometidos con explorar y evaluar las posibilidades y oportunidades que pondrán a Yahoo en la trayectoria de crecimiento e innovación y supondrán un valor para los accionistas»
Lo primero que me ha venido a la mente ha sido Obliquity, pues si las premoniciones existen, estas palabras del presidente de Y! vendrían a significar que conseguirán justo lo contrario; algo que, por otra parte, es lo que llevan haciendo ya bastante tiempo.
Contándonos cuentos a nosotros mismos
En Overcoming Bias sueltan una idea interesante, «Predict Yourself»:
To act more on far ideals, predict what you will do:
Asking participants to predict their future vaccination behavior … substantially increased vaccination rates among patients with high short-term vaccination barriers (who, in the absence of this intervention, have low vaccination acceptance rates). These findings are consistent with past research on temporal construal, which suggests that people asked to think about a future behavior tend to focus its abstract benefits, and disregard concrete barriers that might impede it.
Aquí el artículo del que se obtiene esa conclusión. Resulta complicado saber si ese comportamiento es extensible a otros ámbitos (de momento se ha probado con el cumplimiento de planes de vacunación, ¿qué hay de la disciplina al lanzar un nuevo proyecto laboral/empresarial?), y aún resulta más complicado sabiendo lo difícil que es el arte de la predicción, pero me ha hecho pensar en Jean Cocteau y aquella Déborah Vukusic que se contaba cuentos a sí misma para decirle al futuro cómo debía ser.
Rubicon, pudo ser pero no será
Rubicon pudo ser una serie de altura, seguramente no de la talla de The Wire, pero desde luego de altura. Suspense lento, muy lento, personajes algo previsibles pero que se van matizando y a los que llegas a coger el gusto (como Miles). Suspense bien hecho y la incomprensible cancelación de la segunda temporada dejan todo en una única temporada que quizá terminen por convertirla en una serie de culto, que es como se llama a las cosas cuando las conocen sólo cuatro gatos. La AMC tenía entre sus manos materia prima para haber creado una gran saga.