En las últimas semanas algunos amigos hicieron posts de homenaje (merecido) a Nevermind de Nirvana en el vigésimo aniversario de su publicación. Yo podría haber celebrado la publicación de Ten o Facelift, pero sería falsear la realidad, yo no descubrí esos álbumes hasta algo después, mientras que sí disfruté de Nevermind desde el inicio.
Como también desde el principio disfruté otro disco que también cumplió 20 años hace nada (el pasado 2010, de hecho) y del que nadie se acordó: Senderos de traición, de Héroes del Silencio. Y que ese disco no sea recordado quizá indique que envejeció mal, pero me atrevo a decir que es otra cosa: Bunbury se encargó de granjearse tantos enemigos que sus mejores obras, las que publicó con Héroes, duermen ahora un sueño un tanto olvidado.