A lo largo de la segunda mitad del s. XX, la nota promedio en las universidades han sufrido inflación. El efecto se ha notado muchísimo más en las privadas:
El efecto de esto es que la nota se ha devaluado: ahora, señores, regalan las matrículas; sobre todo en las privadas. Más aún, en años más recientes, la inflación es aún más acentuada:
Está claro que hay grandes universidades privadas, pero que la mayoría son puras cadenas de montaje para niños malos de familias bien que dejarán de pagar si éstos no consiguen la nota necesaria para llegar a donde sea que quieren llegar, aunque por esfuerzo quizá no se lo merezcan.
Y no es algo nuevo ni que no se supiera: contra todos los que nos criticaban, recuerdo haber defendido la selectividad a mis diecisiete años. En aquella época, era lo único que defendía a los niños de institutos públicos si querían entrar a una carrera que estuviera muy cotizada.
Existe un problema de incentivos: las Universidades no deberían estar incentivadas a subir artificialmente la nota de sus alumnos. Pero supongo que sin auditoría post-graduación ni estudios (en los que, por otra parte, no entrarían voluntariamente ni a punta de pistola) tampoco hay manera de frenarlo. Uno se acuerda de Joanna Rutkowska en estos momentos y recuerda lo primitivo (y limitado) que es el sistema de notas para validar los conocimientos de una persona.