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No es para tanto, ¿no?

Hoy es uno de esos días en que la blogosfera tecnológica sobrecoge de aburrimiento, ya saben, por la dimisión del ex-consejero delegado de Apple, Steve Jobs. ¡Qué le vamos a hacer, no puedo compartir el tono ñoño de la mayoría de post que no he leído porque sólo de leer los melosos «gracias, Steve» ya notaba subir la glucosa en sangre. ¿Steve? ¡Steve? Qué manía por acercarse mediante el lenguaje a personajes de los que uno no podría estar más alejado. Y no, no dudo que el kioskero, el encantador de serpientes, ese hombre pegado a un turtleneck (eh, también parece tener muchos nombres que ya nadie recuerda), sea todo un líder (no sé sí es capaz de ser más listo que todos los ecologistas sin siquiera saberlo, pero bueno). En todo caso, pero recelo (y mucho) de los acólitos que adoran no sus logros sino su éxito como quien dice «cómo mola 50 Cent» pensando en armas, coches de lujo y tías buenas.

8 respuestas a «No es para tanto, ¿no?»

Bueno, sí, es el mismo tratamiento que el de un Michael Jackson muerto… y todavía no se ha muerto. Ya sabes de mi relación simbólica con el personaje: me interesa el fenomeno de un hombre y su contexto cambiando el mundo. Especialmente durante la primera era de la manzana.

A mí me parece que el personaje es bueno, no diría lo contrario. Tiene carisma, desde luego, y ha sabido levantar una misma compañía dos veces. Pero a mí me parece obsceno el trato que se le ha dispensado en los últimos años, y lo de ayer es que pasa a castaño oscuro… con posts de los bloggers más «respetados» que son una auténtica felación al personaje (al personaje al personaje, no a la persona, que sé que me malinterpretarán).

En efecto: no es para tanto. Más importante como seña de identidad de Apple es el pedazo armario en que tienen encerrado al nuevo CEO Tim Cook, que es gay, desde que se le comenzó a preparar como «delfín de». En Apple serán todo lo cool que quieras, pero reaccionarios como el que más.

[…] lo que no me gusta (sistemas cerrados, clientes cautivos, etc.), no me caía ni la mitad de mal que los wannabes que le lamían los pies; de hecho, era un tipo muy listo, no era un game changer, sino el game changer, que dirían por […]

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