Ayer fue 9 de noviembre, y me parece de justicia poética que el declive de Europa se escenificase precisamente un 9 de noviembre.
Al mismo tiempo, continúan las críticas contra el capitalismo, aunque los críticos no propongan una alternativa (como de costumbre), y se limiten a pedir «algo mejor». Con inconsistencias, tampoco dicen quién los proveerá de iPhones y demas cacharrería necesaria para tuitear la revolución que los malvados medios se empeñan en invisibilizar. Y más tarde aún (si es que nos dejan comprar a crédito), ya veremos cómo la pagamos, claro.
Obvian que ese algo mejor que piden podría bien ser una versión mejorada de sí mismo: más humana, más sostenible y donde todos podamos crecer y desarrollarnos, sin que importe más tu apellido que tu talento. Con menos amiguismo y menos chanchulleo. Nada, tonterías mías cuando me pongo intelectual.
Al mismo tiempo, desde el blog de Rinze llego a un espeluznante ejercicio de manipulación (luego la culpa es de los bloggers, que son todos unos subjetivos) donde el rescate a los bancos no sólo no es malo, sino que es retratado como positivo, como una inversión cojonuda por parte del mismo gestor indómito que nos ahoga mes a mes. Vaya por dios, para una cosa en que creía estar de acuerdo con todo el mundo (que rescatar una empresa concreta con el dinero de todos es injusto si no se rescatan también todas las demás), resulta que no. Y si lo bendice la voz de la izquierda, ¿pasará a ser el canon? Tras insultar a los lectores a ese artículo sólo le falta un muera la inteligencia, ya saben que decir eso en voz alta no es ni de izquierdas ni de derechas.
Así, todos reclamando que les limpien las sábanas y negando que haya sido un sueño húmedo (lo cual deja únicamente la posibilidad de la masturbación). Por qué demonios no nos concentramos en pedir lo básico: que nos dejen ganarnos la vida de la manera que deseemos, la mano de obra y todo lo demás ya lo ponemos nosotros, tan sólo que nos dejen en paz. No, mola más decir que la sanidad en Cuba es la bomba,y que por eso van todos los yankees allí a operarse.
Como comprenderán, después de la desfachatez de la primera respuesta y de la rotonda imposible de la segunda no pude seguir leyendo. Y sí, tengo claro que la culpa es mía, por hacer click y ponerme a leer pese a ver la página en la que había aterrizado.