En la vecina calle de Ramón Estomba, también aquí en Atahualpa, encontramos la siguiente pintada que nos resulta vagamente familiar:
Llegados a este punto no sabe uno si felicitar al gallego por percibir con adelante el chanchulleo constante (e ilimitado, en este caso) que iba a mover la ciudad que dejaba atrás o compadecerlo por lo frustrado del otrora vigoroso anuncio («VENDO») que acompaña al desvaído logo, convertidos ambos en mera declamación retórica con pocas (o ninguna) esperanzas de seguir cumpliendo la función para la que fueron diseñados.