Cuenta Rinze que a su aterrizaje en Boston, le sorprendió sobre todo que:
Una de las primeras cosas que hice fue intentar vislumbrar pruebas de esa nueva epidemia de los pobres de la zona: la obesidad. Un tercio de la población adulta y un 17% de la población infantil la sufre. Y la cosa no ha hecho más que ir a peor en los últimos años, en una tendencia que no da signos de ir a aminorar la marcha.
Mucho más al sur, cuando la presentación de Bazar en Rancagua nos llevó a cruzar los Andes pudimos ver lo mismo: una plaga de niños obesos.
En un reciente post, David Friedman argumentaba que no es que comer sano sea más caro, sino que la gente con mejor formación gasta su dinero con mejor criterio. Vamos, que los pobres son gordos no por falta de dinero, sino por falta de conocimiento y formación (en este caso, nutricional).
Entiendo que es simplista pensar que el único criterio que importa a la hora de alimentarse bien es la cartera, pero no lo es menos obviar que ese factor tiene un rol. La formación ayuda, claro, comer más vegetales no es realmente caro, y ya es un avance. Pero resulta innecesario aclarar la diferencia entre comer carne carne y comer casquería; las diferencias van más allá del paladar. Y si nos vamos a los frutos del mar, los precios del pescado de calidad son abismalmente altos en comparación con lo demás.
Friedman simplifica demasiado. En el mejor de los casos, la obesidad no estaría indicando pobreza sino carencias de formación convertidas en mal endémico: estancamiento social y falta de opciones para mejorar tu situación vital.
De lo que se deduce que aunque uno tiende a dar por sentado que en Boston sí hay ese ascensor social que en Chile está ausente, igual no existe o no funciona para mejorar la calidad de vida de todos.
En Chile el cooperativismo está muy dañado por la falta de estructuras sociales básicas, y en Londres los saqueos recuerdan a los vividos hace un par de veranos en aquella larga y angosta franja de tierra.
Desconozco cómo las gastan en Boston o Londres, pero quizá es cuestión de tiempo que aparezca un Evergreen en esas ciudades. [[Descomposición]] social tienen a tope.
3 respuestas a «De Santiago a Boston, ¿pasando por Cleveland?»
[…] en alcanzar el primer mundo, pero las desigualdades sociales producto de la descomposición impiden que esa riqueza alcance a todos y amenazan con pasar una alta factura, privando de oportunidades a muchísimas personas simplemente […]
Un problema al hablar de la obesidad, y sobre todo de cómo curar esta epidemia, es no distinguir entre el corto/medio y el largo plazo. En mi humilde opinión, son dos cosas diferentes.
Largo plazo: vida activa, buenos hábitos y buenos alimentos es lo que puede evitar que las generaciones *futuras* sean obesas.
Corto/medio plazo: a las personas que padecen de obesidad actualmente, la solución a largo plazo poco les puede ayudar a mejorar su calidad de vida en el horizonte próximo. Eso no se cura si no es con un tratamiento seguido bien de cerca, una cura de régimen hipocalórico y ejercicio supervisado. Pero ¡ay amigo! que eso tiene un coste altísimo en dos niveles: anímico (alguien con baja autoestima o con poco tiempo o ambos no puede hacerlo ¡¡¡adelgazar quita mucha energía y es muy laborioso, es muchísimo trabajo, voluntad de hacerlo aparte!!!) y económico (el asunto de los alimentos buenos que son caros, o mejor dicho que los alimentos malos son baratíiiiiiiiiiisimos sobre todo en las sociedades anglos – quién se resiste a la bolsa de 20 donuts por menos de 1 libra sobre todo si ya eres adicto al azúcar!!!); el asunto de la sociedad sedentaria implica que para moverte casi que hay que pagar también.)
En fin, que «esto no hay por dónde cogerlo». Es un problema duro de verdad :(
Contemplar esta gráfica (espero que tengas pantalla grande) me hace pensar que quizá sí hay por donde cogerlo… saber por dónde empezar y asumir los costes ya es otro cantar.